martes, 2 de abril de 2013

Orden natural – Mabel MARRO y Amalia DELLAMEA


UNIDAD 1

TEXTO FUENTE/ ir a Estrategias de producción semántica

Mabel MARRO y Amalia DELLAMEA, en Producción de textos, Módulo 1, Unidad 1, 1993.



“Se supone que existe u orden natural reconocido por los lectores u oyentes para la representación de los hechos. Según este orden, si no hay indicación de lo contrario, el primer evento mencionado en un texto ocurrió primero, y el segundo lo siguió. (Levelt, 1982)

La noción de ordenamiento es una de las respuestas dadas al problema de la linearización, que es la toma de decisión sobre qué va primero y qué va después en un texto o fragmento de texto. Existen ordenamientos estereotípicos en varios géneros discursivos.

Hay, por ejemplo, u orden natural en la descripción de departamentos o viviendas (Linde y Labov, 1975; Levelt, 1982). En estas descripciones, el orden natural que adquiere el discurso es semejante a una visita guiada: se explica primero cómo llegar al lugar y luego se presentan sucesivamente los ambientes, tal como una persona los transita desde que abre la puerta, hasta llegar al lugar más alejado de la entrada.

El ejemplo que sigue muestra el orden natural en este género discursivo parra la descripción de un departamento en la Capital Federal.

Cuando baja del ascensor camine hacia la izquierda. Al abrir la puerta encontrará un amplio living comedor con ventanales corredizos de cuatro metros por tres, con vista a la Plaza de los Dos Congresos. Más adelante, a la derecha, está la cocina con espacio suficiente para una mesa y cuatro sillas. Enfrente de la cocina, un pasillo lo conducirá a los dos dormitorios, de amplias dimensiones y con vista a la calle Hipólito Yrigoyen. Al final del corredor hallará el baño y una pequeña habitación de servicio, con posibilidades de ser utilizada como despensa…
Lo mismo es válido para descripciones verbales de planos, parra orientar visitas autoguiadas a museos y a exposiciones, entre otros usos sociales. Las descripciones literarias normalmente quiebran este orden natural para crear efectos estilísticos acordes con las necesidades expresivas del autor.
Con referencia a las narrativas tradicionales, en la cultura occidental, a diferencia de otras culturas, asumen el orden natural de una secuencia de eventos en el tiempo (Grimes, 1975; Becker, 1980). Normalmente se presentan los hechos en el orden en que ocurrieron y en una relación que implica que los elementos presentados en segundo lugar fueron causados por los primeros.
Para la descripción de estados de cosas, el orden natural es el indicado por la saliencia perceptiva de cada entidad. Así, la más saliente será mencionada primero (van Dijk y Kintsch; 1983). Un patrón de ordenamiento normal son las relaciones: 1) general-particular; 2) todo-parte-componente; 3) incluyente-incluido; 4) mayor-menor; 5) afuera-adentro; 6) poseedor-poseído.

Ejemplos de orden natural para la descripción de estados de cosas:
1. Todos los hombres son mortales. Sócrates es mortal.
2. La Tierra ha sido dividida en dos hemisferios: el Norte y el Sur. La Argentina está situada en el extremo más austral de la Tierra.
3. Los diarios incluyen notas de ciencia y tecnología.
4. La comisión estaba integrada por generales, coroneles, mayores, capitanes y tenientes.
5. La célula está recubierta por una membrana que aísla del medio externo al núcleo celular.
6. Más del 50 por ciento de los argentinos no tienen vivienda propia.

Los escritores revierten intencionalmente el orden natural para crear un efecto especial de sentido. Así, por ejemplo, no tener en cuenta la saliencia perceptiva de un estado de cosas puede estar relacionado con el mantenimiento de un punto de vista consistente, desde el cual se ven los eventos. En una descripción de una persona realizada desde un punto de vista subjetivo, el hablante podrá decir como en los versos de Quevedo: “Erase un hombre a una nariz pegado, érase un naricísimo infinito”. En ellos, no se sigue el orden de saliencias perceptivas propias de las descripciones, sino la saliencia perceptiva creada por el punto de vista del escritor.

Para una mejor comprensión de la dinámica existente entre orden natural y reordenamientos se estudiarán aquí dos de las estrategias de ordenamiento natural más frecuentes presentadas arriba, a las que se añaden ejemplos de reordenamientos.

A. La presentación de sucesos y acciones sigue el orden natural cuando reproduce la cronología de lo ocurrido.
Orden natural
El llegó a su casa, abrió la puerta y sintió dos impactos de
bala en el pecho.
Reordenamiento
Cuando sintió dos impactos de bala en el pecho acababa de llegar a su casa y estaba abriendo la puerta.

B. La descripción de objetos, personas o estados de cosas sigue el orden natural cuando presenta en primer lugar lo general y luego particulariza; es decir, del nivel más elevado de abstracción conduce a uno más concreto. En algunos casos la progresión va del todo a las partes.

Orden natural de lo general a lo particular
Estaba nervioso, sus pómulos estaban enrojecidos, los labios le temblaban y tiritaba.
Reordenamiento de lo particular a lo general
Sus pómulos estaban enrojecidos, los labios le temblaban y tiritaba. Estaba nervioso.

En el segundo caso, el escritor deja para el final de la frase la característica: “Estaba nervioso” con el objeto de conducir progresivamente al lector hacia esa conclusión general.

Además del conjunto de estrategias analizadas hasta aquí, es posible dar por sentado que hay cuestiones generales que los usuarios del lenguaje reconocen como naturales. Así, en la presentación de personas o cosas, que se presuponen desconocidas o poco familiares para el interlocutor, se sigue un orden natural cuando se la acompaña inmediatamente de datos identificatorios: nombre, edad, nacionalidad, o profesión, si son personas; y especie, clase o función, si son cosas, sean estas animadas o inanimadas.

Orden natural en la presentación de personas
Guy Laroche, modisto francés de fama internacional, murió ayer en París, a los 65 años.
La empresa que conducía era centro habitual de reuniones y de consulta no sólo de la jerarquizada clientela que recurría a ella, sino de otros expertos en el arte del vestido.
El hecho de presentar en el primer lugar de la emisión datos precisos sobre el participante principal asegura al emisor que el conocimiento es ahora compartido con su interlocutor, y asimismo le permite economizar espacio o tiempo ya que la presentación exhaustiva posibilita la referencia al participante desde sus distintas características: modisto, famoso, diseñador, francés, sexagenario.

Los hablantes y escritores producen constantemente reordenamientos por razones cognitivas, pragmáticas e interaccionales y retóricas (van Dijk, 1977). En este punto conviene precisar que, especialmente en el lenguaje escrito -en el que el interlocutor está ausente y no puede interrogar al autor para esclarecer sus dudas- el escritor debe mantener activa la noción de ordenamiento porque, de lo contrario, llevará al lector a percibir ambigüedad, falta de claridad y a realizar interpretaciones erróneas. En este sentido, habrá que diferenciar el orden natural, el desorden no intencionado y los reordenamientos”.

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