martes, 19 de octubre de 2010

G. Landow - Definición de Hipertexto

Definición del hipertexto y su historia como concepto – George P. LANDOW*

*Landow, George. 1995. Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica contemporánea y la tecnología. Paidós, Barcelona. Págs. 14-17.

En S/Z, Roland Barthes describe un ideal de textualidad que coincide exactamente con lo que se conoce como hipertexto electrónico, un texto compuesto de bloques de palabras (o de imágenes) electrónicamente unidos en múltiples trayectos, cadenas o recorridos en una etxtualidad abierta, eternamente inacabada y descrita con términos como nexo, nodo, red, trama y trayecto.


Dice Barthes: “En este texto ideal, abundan las redes (réseaux) que actúan entre sí sin que ninguna pueda imponerse a las demás; este texto es una galaxia de significantes y no una estructura de significados; no tiene principio, pero sí diversas vías de acceso, sin que ninguna de ellas pueda calificarse de principal; los códigos que moviliza se extienden hasta donde alcance la vista; son indeterminables…; los sistemas de significados pueden imponerse a ese texto absolutamente plural, pero su número nunca está limitado, ya que está basado en la infinidad del lenguaje” (cursiva en el original).
Como Barthes, Michel Foucault concibe el texto en forma de redes y nexos. En Arqueología del saber, afirma que “las fronteras de un libro nunca están claramente definidas”, que se encuentra “atrapado en un sistema de referencias a otros libros, otros textos, otras frases: es un nodo dentro de una red… una red de referencias”. Como todos los estructuralistas y posestructuralistas, Barthes y Foucault describen el texto, el mundo de la literatura, y las relaciones de poder y categoría que implican, en términos que también pueden aplicarse al campo del hipertexto informático.
Hipertexto, expresión acuñada por Theodor H. Nelson en los años sesenta, se refiere a un tipo de texto electrónico, una tecnología informática radicalmente nueva y, al mismo tiempo, un modo de edición.
Como él mismo lo explica: “Con “hipertexto”, me refiero a una escritura no secuencial, a un texto que bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con la noción popular, se trata de una serie de bloques conectados entre sí por nexos, que forman diferentes itinerarios para el usuario”.
El hipertexto, término que seguiremos utilizando a lo largo de esta obra, implica un texto compuesto de fragmentos de textos – lo que Barthes denomina lexias- y los nexos electrónicos que los conectan entre sí.
La expresión hipermedia simplemente extiende la noción de texto hipertextual al incluir información visual, sonora, animación y otras formas de información. Puesto que el hipertexto, al poder conectar un pasaje de discurso verbal a imágenes, mapas, diagramas y sonido tan fácilmente como a otro fragmento verbal, expande la noción de texto más allá de lo meramente verbal, no haré la distinción entre hipertexto e hipermedia.
Con hipertexto, pues, me referiré a un medio informático que relaciona información tanto verbal como no verbal. Los nexos electrónicos unen lexias tanto “externas” a una obra, por ejemplo un comentario de ésta por otro autor, o textos paralelos y comparativos, como internas y así crean un texto que el lector experimenta como no lineal o, mejor dicho, como multilineal o multisecuencial. Si bien los hábitos de lectura convencionales siguen válidos dentro de cada lexia, una vez que se dejan atrás los oscuros límites de cualquier unidad de texto, entran en vigor nuevas reglas y experiencias.
El típico artículo académico de humanísticas o de ciencias ilustra perfectamente las nociones subyacentes de hipertexto como texto que se lee secuencialmente. [ …]
El hipertexto difumina las fronteras entre lector y escritor y con ello presenta otra calidad del texto ideal de Barthes. A la luz de los cambios actuales en informática, la distinción de Barthes entre texto de lector y texto de escritor coincide con la distinción entre los textos basados en la tecnología de la imprenta y el hipertexto, ya que este último alcanza
El objetivo de la obra literaria (o de la literatura como obra), que consiste en hacer del lector, no un consumidor sino un productor del texto. Nuestra literatura se caracteriza por el despiadado divorcio que la institución literaria mantiene entre el productor del texto y su usuario, entre el propietario y el cliente. El lector se encuentra sumergido en una especie de ociosidad, es intransitivo, e incluso serio: en vez de funcionar por sí mismo, en lugar de acceder a la magia del significante, a los placeres de la escritura, se lo deja sólo con la pobre libertad de aceptar o rechazar el texto: leer no es más que un referéndum. Frente al texto de escritor, se encuentra a su contrario, su homólogo negativo y reactivo: lo que puede ser leído pero no escrito: el texto de lector. Cualquier texto de lector puede considerarse texto clásico. (S/Z, 4).

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